La rinoseptoplastia, conocida también como septorrinoplastia es un procedimiento que combina dos cirugías en un mismo tiempo quirúrgico, una rinoplastia que puede mejorar la parte estética y la septoplastia, que puede mejorar la parte funcional de la nariz. Está dirigida por tanto para pacientes que necesitan una corrección estética y funcional de la nariz al mismo tiempo, en otras palabras, cuando sea necesario cambiar la forma de la nariz y mejorar el flujo de aire a través de las fosas nasales.
El examen para indicar una rinoseptoplastia es el clínico, utilizando una endoscopía endonasal. El otorrino, a través de una fibra óptica, observa las deformidades de la nariz. Los otros exámenes son complementarios, para ver qué consecuencias podría llegar a tener la operación de la nariz. Estos son:
Una vez diagnosticado una deformación estética o funcional, el cirujano evalúa las condiciones generales del paciente y que sea psicológicamente apto para indicarle una rinoseptoplastía.
La rinoseptoplastía no duele, asegura el otorrino, “a mí me llama la atención porque desde el punto de vista óseo a veces es traumático y uno tiene que meter cincel para poder fracturar los huesos. Sin embargo, no es una cirugía dolorosa”.
Después de la cirugía, los pacientes se deben quedar una noche internados en la clínica. Al volver a su casa, quedan con tubos de siliconas entre 5 a 7 días, lo cual permite estabilizar el tabique, y un parche plástico que dura una semana. Luego se quita esto y se les coloca una tela sobre el dorso de la nariz para disminuir el edema. Posteriormente, se deben realizar masajes -que se hacen en forma periódica- y curaciones. El resultado final es a los 6 meses de la cirugía.