Las adenoides, también conocida como amígdala faríngea o amígdala nasofaríngea, es la mayor de las amígdalas. Son parte del denominado anillo de tejido linfoide de Waldeyer que incluye las amígdalas palatinas y las amígdalas linguales (Hernández & García, 2006). Es una masa de tejido linfático situada posterior a la cavidad nasal, en el techo de la nasofaringe, donde la nariz se funde con la garganta. Normalmente, en los niños, forma un montículo blando en el techo y la pared posterior de la nasofaringe, justo encima y detrás de la úvula. Se desarrollan a partir de una infiltración subepitelial de linfocitos después de la semana 16 de vida embrionaria (Hernández & García, 2006).
Las adenoides son parte del sistema inmune, ayudando a combatir las infecciones y protegiendo al cuerpo de bacterias y virus sobre todo en la cavidad nasal y bucal. Solo los niños y niñas tienen adenoides; mismas que comienzan a crecer desde el nacimiento y son más grandes cuando el niño tiene entre tres y cinco años de edad. A la edad de siete a ocho años, las adenoides comienzan a reducirse y para finales de la adolescencia, son apenas visibles.
La cirugía de las adenoides es de corta estancia hospitalaria, por lo que la mayor parte de las veces requieren de un día de ingreso. La técnica quirúrgica utilizada para extirpar las vegetaciones se realiza a través de la boca, casi siempre bajo anestesia general.
La operación de vegetaciones no suele ser dolorosa y los pacientes suelen presentar congestión y mucosidad nasal abundante. Según diferentes estudios, a los niños a quienes se les extraen las amígdalas o adenoides no sufren pérdidas en la resistencia frente a las infecciones, porque otros tejidos linfáticos del organismo suplen la función de los extirpados.